El fenómeno no es nuevo. Hace ya años que las distribuidoras de cine recurren a ellos como reclamo de cara a la promoción de sus productos. La cuestión artística queda relegada a un segundo lugar, y lo que prima es hacer ruido mediático, dotar del máximo eco posible a sus películas y generar tantos ingresos en taquilla como les permita su estrategia de rostros conocidos. Lo que el gremio de profesionales del doblaje opinen, actores, directores, todos, es intrascendente a estas alturas: quienes deciden creen que el movimiento sale a cuenta. El riesgo que corren les devuelve beneficios. Punto.
No son todos los responsables, ni lo son con todas sus películas, o con todos los personajes, pero la realidad está ya lo bastante asentada como para que nadie quede libre de culpa. Y quien dice películas, bien podría decir hoy videojuegos. El ocio electrónico es ya tan relevante a nivel económico y social que lo que hace un tiempo sólo valía para cine o TV se aplica hoy, en lo tocante al doblaje, de igual manera en la industria del ocio digital. También esta peliaguda cuestión de estricto marketing a la que he dedicado mi último reportaje en Meristation.
Los días 27 y 28 del pasado mes de septiembre tuvo lugar la Tercera Edición de Elche Juega, certamen dedicado al universo del videojuego que este 2014 pasó a enmarcarse dentro del I Salon del Cómic de Alicante.
Servidor tuvo el placer de asistir como invitado por tercer año consecutivo al evento, en esta ocasión acompañado por el resto de componentes del Meripodcast, y de participar activamente de algunos de las actividades programadas para el fin de semana. En primer lugar, a las 17:30 del sábado 27, se grabó en directo, ante una generosa representación de oyentes que quisieron acompañarnos en directo, un especial del podcast de Meristation que podéis escuchar o descargar desde este enlace.
El domingo 28, a las 11 de la mañana, de nuevo tuve el placer de participar en una interesante e instructiva ponencia, esta ocasión acompañado por el Doctor en Traducción y profesor en la Universidad de Alicante Ramón Méndez, sobre la Localización de Videojuegos. La charla, a la que sumé mi experiencia como actor de doblaje y, en menor medida, como lingüista licenciado en Filología Inglesa, fue un ameno y exitoso compendio de ejemplos, consejos y técnicas referentes al complejo mundo de la localización, que gracias al amplio conocimiento de mi partenaire en el sector no tuvo ningún desperdicio. Si queréis saber qué se dijo, podéis oírla en el player adjunto, o descargarla desde el mismo.
Y para concluir este post, quisiera reiterar de nuevo mi agradecimiento a los amigos de Elche Juega y desearles el mayor de los éxitos para las ediciones que están por venir.
Una de las cuestiones más comentadas en el mundo del doblaje tiene que ver con el reparto de voces y la elección que de ellas se hace para trasladar a la lengua de destino a los actores originales. Es sabido que las decisiones que llevan a dicha elección no siempre atienden a la obviedad que supone respetar el timbre de la voz original, y muy a menudo factores como el «tipo» a interpretar o incluso el aspecto y lo que transmite en pantalla el actor en cuestión (desde lo físico) tienen tanto o más peso que su voz a la hora de elegir quién será el encargado de doblarlo. No seamos ingenuos, ni pequemos de puristas: uno no elige la voz que le ha tocado en suerte, y a menudo las voces que este o aquel intérprete tiene en su versión doblada suenan bastante mejor, o le son más apropiadas al personaje al que da vida, que las que la madre naturaleza les adjudicó de modo azaroso. Seguro que se os ocurren un montón de buenos ejemplos con los que ilustrar la cuestión, y muy probablemente con todos ellos se justificaría el hecho, habida cuenta de que el doblaje presta una oportunidad única para acercar lo que se ve y se oye a las expectativas del espectador, partiendo siempre desde la máxima de respetar el pilar fundamental de la obra de referencia: la interpretación. Si eso se cumple, si se pone sobre la mesa (o el atril) un trabajo a la altura de las circunstancias, la distancia que separe las voces que la imagen une en lo tocante a su sonido quedará necesariamente en un segundo plano. Dicho lo cual, centrémonos en el asunto que hoy nos ocupa.
Si tenemos en cuenta lo expuesto, una de las curiosidades con las que todo el que de cuando en cuando preste atención al doblaje seguro se habrá topado, es la de la (no siempre) distinta elección de voces para el tráiler de una película y para la película en sí. Afortunadamente cada vez más se trata de respetar el reparto de voces que tendrá un producto doblado en su versión final, a la hora de elegir qué actores aparecerán en los trailers de promoción, sobre todo cuando los actores en imagen son rostros conocidos con voces asociadas a ellos de largo recorrido. Sin embargo sucede en ocasiones que por cuestiones de calendario, urgencias o simplemente desconocimiento de la profundidad o características de un personaje cuando sólo se cuenta con apenas unos segundos del mismo para doblar, la voces elegidas para trasladarlo a otro idioma no son las que finalmente lo hacen cuando la obra completa está en la mesa del director de doblaje. Parece lógico que así sea, si se acaba considerando que la voz inicialmente elegida no es la más apropiada, por la cuestión que sea, teniendo en cuenta que la honestidad y el respeto para con la obra original deben primar por encima de cuestiones más prosaicas a la hora de hacer un reparto. Son también abundantes los casos que ejemplifican esta cuestión, y más allá del dato curioso, o de gustos personales que nos hacen aplaudir o criticar el cambio cuando éste se da, la cosa no suele ir a mayores.
Sin embargo, el ejemplo que hoy les traigo tiene como protagonista a una película mítica de principio de los 90 que en muchas ocasiones ha servido de icono al que recurrir cuando la cuestión del reparto de voces era el tema de discusión en torno al mundo del doblaje. Hablo de Jurassic Park, o Parque Jurásico, que en 1993 hacía el debut en nuestras pantallas, y ponía la «dinomanía» en auge para toda una generación. La fastuosa película de Steven Spielberg, no obstante, llegó a España en un momento delicado para la profesión: la famosa huelga de 1993. No profundizaré en la historia de aquel importantísimo instante para el sector, pero a los efectos de lo que pretendo exponer, basta saber que la trascendencia de aquella huelga fue tal, que muchos productos de primerísimo nivel se vieron afectados, y su doblaje debió acometerse como buenamente se pudo para que los estrenos (y sus aspectos económicos) no se vieran afectados. En el caso de Jurassic Park, la película (ante la imposibilidad de hacerlo en España con la «normalidad» que semejante obra requería) acabó doblándose en París, con un reparto «curioso» (por ponerle un epíteto bienintencionado) que se comentó y mucho incluso en ámbitos que nada tenían que ver con el doblaje mismo. La dirección corrió a cargo de Claudia Gvirtzman, habitual supervisora del doblaje al español (castellano y neutro) de los filmes del amigo Steven (y otros como George Lucas), y el reparto como saben vino encabezado por el recientemente desaparecido y muy recordado Joaquín Díaz en el papel de John Hammond. El resto de voces cabría que buscarlas en círculos interpretativos fuera de los habituales circuitos de Madrid y Barcelona, y queda para el espectador decidir en qué medida su trabajo estuvo a la altura de las circunstancias, niño incluido. Servidor, conste, disfrutó y mucho en su momento del filme en su versión patria, y más allá de lo apuntado y del interesante caso del chavalín Timmy, la película es lo que es (y ocupa en la memoria ese espacio totémico de nuestra infancia) también en gran medida por el doblaje que acabó teniendo, y cuyas líneas e inflexiones están grabadas a fuego en el recuerdo a base de infinitos visionados.
La curiosidad llega cuando uno es sabedor de lo que Jurassic Park pudo haber sido, y resulta imposible no acabar planteándose cómo habría sonado la película con el reparto «lógico» que su doblaje habría tenido de no ser por las consecuencias de la huelga. Afortunadamente un tráiler doblado antes del estallido de la misma es testigo de lo que se urdía en Universal para con el film, en lo tocante a quiénes habrían sido los encargados de trasladarnos la magia del parque de dinosaurios salido del sueño trasnochado de un millonario maravillado por las posibilidades de la genética. Camilo García habría prestado voz al también recientemente fallecido Richard Attenborough, Pere Molina nos habría explicado la Teoría del Caos metiéndose en la piel de Jeff Goldblum, Manolo García habría manifestado su poco amor hacia los críos en boca de Sam Neill, Miguel Ángel Jenner habría hecho más duro al técnico del parque interpretado por Samuel L. Jackson… y al bueno de Timmy le habrían salido menos «gallos» al alardear de sus conocimientos sobre los dinos lo hubiese hecho quien lo hubiese hecho, eso seguro.
Hoy se sabe que muy probablemente ése habría sido el reparto en base a uno de esos trailers que no acabaron correspondiéndose con la versión final de la película que avanzaban (aunque el motivo como hemos visto nada tenga que ver con las habituales cuestiones que afectan a la elección de las voces) y que internet ha conservado como jugosa curiosidad. Al verlo, tantos años y tantísimos visionados después, resulta imposible no dejar volar la imaginación y recrear un Parque Jurásico que nunca fue… aunque el que acabó siendo resultase en un icono fílmico igualmente grande. ¿O no? Juzguen ustedes mismos.
No es cuestión de romper la magia. No se trata de eso. Es bueno que en torno al mundo del doblaje siga existiendo ese halo de misterio que amalgama lo que se ve y se oye, tan distantes ambos en el tiempo y el espacio, sin que es espectador sepa muy bien cómo se da el milagro (y sin que le importe demasiado, dicho sea de paso). Por eso, porque esa magia le es intrínseca al medio (y hasta necesaria, diría), lo que sigue no pretende encender la luz de la sala y dar al traste con la oscuridad que envuelve al micrófono y lo que le rodea, dentro y fuera de ésta. Veámoslo más bien como… un recuerdo de otros tiempos para curiosos. N mejores ni peores, sólo otros tiempos que conviene rememorar de cuando en cuando. Y me explico.
Hay un concepto que se me antoja precioso dentro del argot propio del doblaje, el de «take bailado». El término mismo evoca cierta poesía, cierta plasticidad. Y si se consideran tanto sus características como su origen, contextualizando momento y circunstancias, y cuál era la realidad «artesanal» del gremio en el momento de su nacimiento, casi resulta lógico que así sea.
El «take bailado» es hoy una rareza, o lo es cada vez más, víctima de los lógicos adelantos tecnológicos y la necesidad de optimizar la producción dado el volumen de producto a doblar con el que trabajan los estudios. Pero hubo una época en que las presiones del calendario no eran tantas, un tiempo en que la dinámica de grabación permitía (y casi exigía) la presencia del elenco de actores partícipes en una escena determinada al completo (y al mismo tiempo) delante del micrófono. El concepto de «take bailado» nace precisamente de esa por entonces realidad cotidiana, en que un más o menos nutrido grupo de actores compartían micrófono en una misma escena, con las consiguientes limitaciones de espacio que ello acarreaba de cara a las puntuales intervenciones de todos ellos dentro de un mismo take. El emplazamiento necesario de cada actor para la correcta captación de su voz por parte del micro depende de su distancia y ángulo respecto de éste, siendo difícil que todos ellos pudieran gozar de una grabación óptima cuando el número de éstos era mayor al habitual (o el ideal, desde lo técnico) de uno o dos actores. Cuando la cantidad de voces simultáneas superaba esa barrera, surgía la necesidad de optimizar el espacio, permitiendo tras cada intervención individual que el compañero avanzara su posición relativa del micro para emitir en igualdad de condiciones, lo que con grupos más o menos generosos de intérpretes se tornaba en una medida coreografía de movimientos en la que unos y otros cedían el centro del atril (sin mover los pies del suelo, claro está) para que todos quedaran registrados de igual manera.
Resulta fácil imaginar la plasticidad de la escena, y sencillo entender el porqué del apelativo que acabaron recibiendo dichos takes. Lo cierto es que el soporte de grabación fotográfico primero y magnético después también tuvieron mucho que ver en el nacimiento de esta realidad, pues no se prestaban como lo hace el digital hoy día a las bandas múltiples para que cada actor registre su intervención de forma individual y «solitaria», por lo que la misma necesidad logística acabó por conformar de forma natural una práctica y bonita costumbre que, cada vez más, parece rememorar tiempos que fueron y ya no han de volver a ser.
El término no obstante sigue ahí, y los actores lo conocen y practican cuando toca y es necesario. El «take bailado» es un eco de otro tiempo que ejemplifica lo rico de un argot tan propio del medio como lo es el halo de misterio y magia que envuelve su realidad para una gran mayoría del público. Servidor pretendía hoy acerárselo a ustedes, como un flash casi imperceptible que iluminase la sala un instante para homenajear uno de los muchos «secretos» que alberga este vetusta profesión. Y ahora, si les parece, que vuelva la oscuridad a esa sala. Silencio. Grabamos.
Hoy se anunciaba oficialmente el reparto de la que será séptima entrega de la saga que catapultara a George Lucas al estrellato -nunca mejor dicho-, y le hiciera de paso inmensamente rico. La nueva película de Star Wars, esperadísima desde que Disney -actual propietaria de los derechos- decidiera hacer realidad el que durante años fue sueño húmedo de muchos fans entre los que me encuentro -a saber, descubrir qué pasaba con los legendarios personajes de la trilogía original tras la caída del Imperio-, verá la luz en diciembre de 2015, con J. J. Abrams al frente dando el salto desde la otra gran saga espacial al universo de los jedis.
La noticia hoy es la confirmación de que los principales actores de las películas originales volverán a tomar sus espadas láser, a ceñirse las cubiertas metálicas de los droides, o a cubrir sus enormes fisonomías de kilos de pelo wookie, para dar vida a los personajes que les hicieran famosos entonces, 30 años después -lo que viene a ser el lapso transcurrido desde el estreno del episodio VI. Y claro, visto lo visto, a uno le da por pensar en lo que supondrá el reencuentro ya no de los intérpretes con sus papeles y el universo de Star Wars, sino con sus voces españolas y toda la parafernalia lingüística, conceptual y semántica que éstas se encargaron de popularizar en nuestras fronteras allá por los tardíos 70 y primeros 80.
Si todo va como debe, Han Solo volverá a ser el siempre enorme Camilo García, voz que ha acompañado a Harrison Ford en muchas de sus películas recientes, toda vez que los años han ido haciendo mella en el intérprete y su aspecto cuadra más hoy día , o lo hace para un buen número de directores de doblaje, con el registro de Camilo que con el de su otra voz habitual, la de Salvador Vidal. Mark Hamill, menos prodigado en cine y TV durante todos estos años -recordado es su papel en la saga de videojuegos Wing Commander-, debería así volver a contar con uno de mis fetiches en el gremio, el ya mentado Salvador Vidal, que curiosamente ha dado vida durante todos estos años -sobre todo los que siguieron a la otra saga legendaria de Lucas y Spielberg, Indiana Jones, protagonizada por Harrison Ford- a su compañero de reparto en Star Wars. En aquel momento, Vidal y su registro eran mucho más jóvenes, y su cuerda le iba a Luke Skywalker como anillo al dedo. Ford, también joven pero con un personaje algo más maduro y con un marcado carácter rebelde, estaba más cerca de Camilo en ese sentido, pero no deja de ser curioso que con los años ambas voces hayan ido encajando con sus correspondientes actores originales como lo han hecho, sobre todo de cara a la nueva trilogía galáctica. Y ojo, que el que suscribe opina que pese a todo, Vidal debería ser siempre la voz de Harrison Ford en España, aunque también creo que la alineación astral favorece el sentido común de la continuidad, y Camilo García será por derecho quien se ponga a los mandos del Halcón Milenario una vez más -ya lo hizo para las nuevas escenas de la reedición digital de la trilogía hace unos años, y su actuación estuvo a la altura de los esperado, pese a su hoy mucho más grave voz.
En el lado femenino estará de nuevo Carrie Fisher, la aguerrida Princesa Leia a la que prestara maestría y empaque interpretativo María Luisa Solá, otra de esas leyendas vivas del doblaje patrio, que con el paso de los años sólo ha ido ganando quilates en su registro. La madurez de la actriz americana, y por ende de su personaje, amalgamará magistralmente con los armónicos que la edad ha regalado a la voz de Solá, y si todo es como debería, volveremos a disfrutar de una de las grandes -si no la más importante- voces femeninas del país.
También regresa Anthony Daniels con su C3-PO, aunque por razones obvias en España al actor no se le relacione con el personaje como se hace en otros países. En las películas originales su voz castellana fue la de Miguel Ángel Valdivieso, quien también prestara su peculiar timbre y musicalidad a otro clásico de la gran pantalla -casi tan locuaz como el droide de protocolo-, el incombustible Woody Allen. Lamentablemente, el actor falleció en el impás de años existente entre la primera trilogía y la que hasta hace poco era considerada nueva, por lo que para los tres primeros episodios de la saga, en los que C3-PO es uno de los pocos personaje de las películas clásicas que repiten -o al menos el actor que le diera vida, siendo más estrictos-, el encargado de doblar al fiel sirviente de los Skywalker fue Alberto Mieza. Su actuación fue notable, aunque para mi gusto aún distante de la riqueza de matices que Valdivieso confería al impertinente robot, y es de suponer que vuelva a estar presente en el reparto de las nuevas entregas.
Tampoco repitió en los episodios I, II y III Alberto Trifol como Yoda, también desaparecido al igual que Valdivieso. Su heredero sería -y lo será en las nuevas películas, presumiblemente- Ricardo Palmerola, quien si bien recogió perfectamente la interpretación de Oz y la trasladó a nuestro idioma con gran acierto, y de forma mucho más cercana al original de lo que lo hizo en su día Trifol, el de éste será siempre un papel recordado por el punto de histrionismo cómico que insufló a un Yoda, el de entonces, que estaba mas cerca de las marionetas de Jim Henson que del maestro Jedi comprometido, luchador y ceñudo que conocimos en las últimas tres películas.
Y finalmente, un recuerdo para la voz de voces, al menos en lo que al universo de Star Wars se refiere: Constantino Romero. Ya, ya sé que Vader en principio no habría de tener cabida en las nuevas películas -aunque me da que algún guiño acabará habiendo-, pero precisamente por eso, porque la desaparición de este icono del doblaje nos privaba hace un año de disfrutarlo en futuribles apariciones del lado tenebroso de Anakin Skywalker, su recuerdo ahora que la saga vuelve es si cabe más fuerte, y los que crecimos con el eco de su mítica frase durante la lucha con su hijo Luke, no podemos sino guardar su legado en un rincón privilegiado de la memoria,ese lugar donde se conservan los momentos que definieron nuestra infancia y gran parte de nuestros gustos cinematográficos.
Ya sólo queda esperar. Van a ser 20 meses muy largos, pero seguro que acabará mereciendo la pena, si no por el argumento que hayan tejido Abrams y compañía para la ocasión, sí por un reparto de voces y rostros legendrios que estaban condenados a reencontrarse tres décadas después, para poner, ahora sí, un punto final definitivo a una historia que comenzó hace mucho tiempo, en una galaxia y un atril muy, muy lejanos…